sábado, 18 de septiembre de 2010

La esencia del Colombiano

imageBueno, los colombianos somos conocidos en muchos países por nuestra contagiosa alegría, por nuestro café y por el mejor clorhidrato de cocaína, lastimosamente; sin embargo somos mucho más que eso.

El jueves pasado tenía que salir temprano en la mañana y tomé el Transmilenio, pues no tenía otra opción por cuestiones de tiempo, y sinceramente estoy a punto de creer que allí las reglas de la física no existen, pues en un mismo espacio sí pueden estar dos o más cuerpos, en fin. Siguiendo con la idea, el ingreso fue algo tortuoso, ya que la gente se agolpa en las entradas de los buses así no vayan a tomar el que está en el paradero, evitando que los que sí quieren ingresar deban empujar y abrirse paso a través de estas personas, algo que tuve que hacer.

Una vez adentro y luego de que el bus cerró sus puertas, me llamó la atención como la gente con humor hablaba de la multitud, del confinamiento y de las maromas hechas para poder ingresar al bus, y es que sin duda le vemos como colombianos el lado bueno a muchas cosas, –¿pero hasta que punto nuestra esencia es nuestra condena?-.

Sonará trágico eso pero hay que verlo en detalle.

Los colombianos somos descendientes de un mix etnológico, de presos españoles, uno que otro “Señor”, indígenas nativos, negros y vayamos a saber que más. En nuestra historia tenemos guerras, riñas, peleas, levantamientos, revoluciones, y hoy en día, terroristas, y sin embargo nos reímos.

Quizá psicológicamente hayamos evolucionado por medio de un gen en nuestro ADN para verle el lado bueno a la vida e ignorar las cosas malas que comúnmente suceden a nuestro alrededor, no sé, pero con esta historia deberíamos ponemos a llorar, y sin embargo aquí estamos, una sociedad teóricamente avanzada y con futuro. Porqué dudo de la existencia de otra sociedad con tanta tolerancia a los desastres y a los malos momentos, además de la formidable capacidad de recomponernos.

Saben, nosotros los colombianos tenemos mentalidad de inmigrante ilegal, según la cual todo va a salir mal en cualquier momento y aún así reímos.

-¿Pero puede ser esto nuestra condena'?-

Los países industrializados y grandes potencias están caracterizados por el  carácter, valga la redundancia, fuerte y notoriamente decidido, en mi caso tuve la oportunidad de salir del país  una vez y estaba muy pequeño, además fue a Venezuela, así que no cuenta; pero en los comentarios de los que han tenido la oportunidad de ir unos cuantos océanos más allá siempre sale a la luz la frialdad o seriedad de las personas, y aún así están en la cumbre de la sociedad globalizada.

Nosotros tenemos interiorizada la mentalidad de los indígenas, y quiero decirlo por el lado positivo, el tener comida para hoy, vivienda para hoy, bienestar para hoy, por otro lado la mentalidad de los españoles que nos cu… perdón, colonizaron, la de que cuestionar porqué el de al lado tiene más y yo no, y la de los negros, hay que ser extravagante y demostrar lo que se tiene (espero no ofender a nadie, quiero que se entienda en el mejor sentido y de manera coloquial), además de la familiaridad.

Y a pesar de esto estamos donde estamos, ya que nuestro sentido del humor, esa alegría que nos caracteriza, ese gen, es activado cuando estamos ante desgracias, desde muertes, secuestros, desastres naturales, y el peor de los males que nos acecha, intolerancia, bueno, la corrupción que también es imperante

El ser alegres en todo momento y en todo lugar sin importar la situación no nos deja tomar decisiones de fondo, fuertes y que tengan la resonancia apropiada, no nos permite ver más allá de la realidad actual, de planear a futuro y de despejar la mente los paradigmas que tenemos gracias al caldo de cultivo del que venimos, en donde el más fuerte es el que reza “No es problema mío”. Y es que por ser tan alegres ignoramos los problemas que tenemos, o hacemos mella para esquivarlos y enfrentarlos luego, somos alegres por naturaleza, pero esa naturaleza está mutando y nos está volviendo intolerantes, corruptos, indolentes y cada vez menos colombianos.

Tenemos que realizar un estudio de labios para adentro, de ideas para adentro y rescatar nuestra esencia, pero la pura, la alegría nata tipo niño de 3 años, enfrentando lo malo y riendo de lo bueno, somos colombianos y es todo un orgullo, pero el reírse de las gracias no las soluciona, las agrava, el reírse de los problemas no es saludable, el reírse de la corrupción nos empobrece, cosas que van sumando y contribuyen a un negro futuro, –¿o un negro presente?-.

Ojalá esa esencia alegre pudiera superar por lo menos la intolerancia, ceder el paso, saludar, ser pacientes, de mente abierta y sobre todo educado, es algo con lo que no podemos, –¿o nuestra esencia no alcanza para eso?- .

Sí alcanza, y sobra para hacer muchas cosas, por lo pronto hay que evitar que nuestra esencia no sea confirmada como nuestra condena y que el hecho de ser colombiano no tenga fecha de caducidad.



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